Leyendo la entrevista que Hugo Alconada Mon (Excelente periodista de investigación argentino) le hizo a David Rowan, egresado de la universidad de Cambridge con una maestría en historia y con una prolongada actuación en el ámbito del periodismo inglés, accedí a una experiencia que David relataba acerca de la innovación.
“En 2007, la NASA lanzó un concurso para ver quién podía diseñar un mejor guante de astronauta porque cuando estaban bajo presión en el espacio, se vuelven muy duros y quebradizos, y a menudo se dañaban las manos de los astronautas. Fue un premio de 200.000 dólares y lo ganó un hombre desempleado, Peter Horner, de 45 años, que en un momento había vendido botes. Aplicó sus conocimientos de velas marítimas para sumar tensión a los guantes con costuras en forma de cruz en cada articulación de los dedos. Ninguno de los especialistas había pensado en eso”.